Hay Un Genocidio Ante Nuestros Ojos

Comparto este artículo sobre la reciente declaración de Greta Thunberg y que me funen los que me tengan que funar. Puede que esté equivocado en mi postura yo pero prefiero equivocarme por el lado de la compasión que del miedo.
“Hay un Genocidio ante Nuestros Ojos” por Cristian Granados.



➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️➖️

Un Espejo frente al Alma del Mundo.

Greta Thunberg, la joven activista sueca que un día desafió a los poderosos por su indiferencia ante la crisis climática, ha vuelto a levantar la voz. Pero esta vez no lo hace frente al cambio climático, sino ante algo más inmediato, más doloroso, más brutal: el genocidio en Gaza.

A su llegada al aeropuerto de Atenas, luego de haber sido detenida junto a otros activistas de la Flotilla Humanitaria Global Sumud, Greta pronunció un discurso que estremeció a quienes aún conservan un poco de humanidad en el pecho. En medio del ruido mediático y la indiferencia diplomática, su voz resuena como una bofetada moral al mundo que prefiere mirar hacia otro lado.

El discurso íntegro de Greta Thunberg:

“Permítanme ser muy clara: hay un genocidio sucediendo delante de nuestros ojos y transmitido en vivo a todos nuestros teléfonos. Nadie en el futuro podrá decir ‘no lo sabíamos’. Bajo la ley internacional, los Estados tienen la obligación de actuar, de prevenir y de detener un genocidio. Eso significa terminar con la complicidad, de aplicar presión real y terminar todas las transferencias (de armas). No estamos viendo eso, ni siquiera estamos viendo lo mínimo de nuestros gobiernos. Nuestros organismos internacionales están traicionando a los palestinos, ni siquiera tienen la capacidad de prevenir los peores crímenes de guerra. Nunca podré entender cómo los humanos pueden ser tan malvados como para matar de hambre deliberadamente a millones de personas”.

“La Global Sumud Flotilla fue el más grande intento de romper este bloqueo ilegal e inhumano por mar. Es una historia de solidaridad global, internacional, de gente que actúa cuando los gobiernos no lo hacen, de gente que dice ‘mis supuestos líderes, que se supone que me representan, no me representan y continúan alimentando un genocidio, muerte y destrucción. Ellos no me representan’. Y este es un último recurso. Que esta misión tenga que existir es una vergüenza. Y créanme que podría hablarles largamente sobre el maltrato y los abusos en nuestro encarcelamiento. Pero esa no es la historia. Lo que ocurre aquí es que Israel, mientras continúa empeorando y escalando este genocidio, una destrucción masiva con intención genocida, tratando de borrar una nación entera, una población entera frente a nuestros ojos, de nuevo violó la ley internacional al evitar que la ayuda humanitaria entre a Gaza mientras la gente tiene hambre. Y queremos enfatizar que no solo necesitamos que entre ayuda humanitaria a Gaza, necesitamos el fin del bloqueo, necesitamos el fin de la ocupación y de la opresión. Esa es la historia. No podemos quitar nuestros ojos de Gaza y de todos los lugares del mundo donde el sufrimiento es parte de la cotidianidad de este sistema, Congo, Sudán, Afganistán, Gaza y muchos más.”

“Este genocidio y otros genocidios están siendo facilitados y alimentados por nuestros propios gobiernos, nuestras instituciones, nuestros medios. Es nuestra responsabilidad acabar con esa complicidad. No somos héroes, lo que hemos hecho es lo mínimo.”

(Se escuchan gritos de “¡héroes, héroes!”)

“No, no héroes. Estamos haciendo lo mínimo. Nadie tiene que venir a rescatar al pueblo palestino. Lo que estamos haciendo es actuar en respuesta a su llamado para que la gente en todo el mundo tome acciones para terminar con nuestra complicidad, usar nuestros privilegios, nuestras plataformas, actuar.”

El mensaje de Greta no solo denuncia una atrocidad: nos señala directamente a todos.
Porque en el fondo, la guerra en Gaza —como tantas otras guerras— no es más que el reflejo de un sistema global enfermo de codicia. Un sistema que mide la vida en monedas, que llama “progreso” al saqueo, y que convierte el dolor humano en simple ruido de fondo mientras los mercados abren en verde.

Greta, con su lucidez adolescente y su valentía sin cálculo político, está poniendo el dedo en la herida más profunda de nuestra era: la pérdida de la compasión.

Cuando los seres humanos comienzan a preferir el dinero al Amor, y el poder a la Verdad, el resultado no puede ser otro que el infierno que hoy vemos en Gaza, en el Congo, en Sudán, en tantas tierras donde el sufrimiento se ha vuelto parte del paisaje.

Pero también hay esperanza. La misma esperanza que brilla en los ojos de Greta, en los voluntarios que navegaron la Flotilla Sumud, en cada persona que aún se indigna frente a la injusticia.
Esa esperanza no viene de los gobiernos ni de las cumbres diplomáticas: viene de abajo, de la gente común, de los corazones que se niegan a aceptar que el odio y la indiferencia son lo normal.

El humanismo no ha muerto. Está resistiendo, respirando con dificultad entre los escombros de un mundo roto, esperando que despertemos antes de que sea demasiado tarde.

Que una joven de apenas veinte años tenga que recordarle al mundo el valor de la vida es una vergüenza para la humanidad.
Pero también es una oportunidad.
Una oportunidad para replantear qué significa “vivir en sociedad”, qué significa “ser humano”, qué queremos dejar como legado a quienes vienen detrás.

Greta Thunberg no habló solo por Palestina. Habló por todos los pueblos silenciados, por todos los cuerpos olvidados, por cada ser humano que alguna vez sintió que la vida vale más que el dinero.

Y aunque sus palabras duelan, son necesarias. Porque si seguimos permitiendo que el capitalismo sin alma dicte las reglas del mundo, pronto no quedará nada que salvar.

Que su discurso quede escrito, reproducido, compartido, repetido hasta el cansancio.
Que nadie pueda decir mañana: “no lo sabíamos”.

Cristian Granados.

Greta Thunberg

Leave a comment

Up ↑