Me considero un artista y un gran admirador del arte en todas sus formas. Y aunque de tu arte a mi arte, prefiero mi arte; me encanta asistir a conciertos, a museos y me gusta ir a muchos monumentos históricos. (Sobretodo porque son paradas del jueguito de Pokémon Go que uso.)
Los monumentos históricos son de gran importancia ya que además de embellecer la ciudad y darles puntos de referencia, son un recordatorio de personajes y hechos que nos llenan de orgullo como nación. Los monumentos históricos son un ícono de los grandes valores que una nación defiende y aspira proteger. Libertad, Igualdad, Independencia, Valentía, Revolución, Unión, Honestidad y Justicia son algunos de los temas más recurrentes en los monumentos de nuestro país.
Pero si estos valores son a diario pisoteados por nosotros mismos; Si no somos Unidos ni Valientes; Si somos deshonestos y estamos divididos; Y si le tenemos miedo a cualquier revolución que altere nuestro orden natural; Si no hay justicia; ¿Entonces para que rayos tenemos los monumentos? ¿Entonces que queda? Los monumentos se convierten en metal o piedra hueca, sin valor, sin nada que representar.
Considero un poco hipócrita defender a un monumento y no defender los valores que éste representa. Podemos sentirnos indignados porque un angel que representa la libertad fue graffiteado pero nos sentimos ajenos a que miles y miles de mujeres sean privadas de su libertad.
Los monumentos deberían ser un estandarte al cuál aferrarnos. Cuando las cosas se pongan feas, violentas, tristes y confusas. Un monumento debería hacernos voltear a ver los valores en los que creemos y queremos proteger. Es ahí cuando el monumento cobra importancia.
Un monumento con graffiti se puede reparar rápido;
El miedo, la inseguridad y la deshonestidad toman más tiempo.
Las mujeres asesinadas no podrán repararse nunca.


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